No parece viable, al menos en un horizonte de décadas, que los robots, entendidos como programas con inteligencia artificial, puedan sustituir a los periodistas a la hora de generar artículos complejos de investigación o análisis en profundidad, aunque sí puedan llegar a ser colaboradores para muchas tareas.
Así lo explica a Efefuturo Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), tras recordar que desde hace tiempo se elaboran noticias automáticamente, pero normalmente textos cortos a partir de datos muy estructurados, como los resultados de la Bolsa, información meteorológica o deportes.
A los robots los alimenta el hombre con datos para que generen automáticamente información, pero aún tienen limitaciones: no pueden escribir opiniones propias, ni inventar cosas, ni contribuir a formar opinión.
El uso de algoritmos para labores periodísticas se disparó después de que la agencia de noticias estadounidense Associated Press (AP) se lanzara a utilizarlos. Otros medios también pioneros han sido Forbes, el New York Times o Los Angeles Times.
Más allá del software, la robótica humanoide, con aspecto humano, cuyo funcionamiento se basa asimismo en programas y algoritmos, también tendría cabida en el periodismo: ejemplares robóticos entrenados como reporteros podrían seguir físicamente a alguien para grabarle o ponerle el micrófono, del mismo modo que existen ya guías de museos que son humanoides o recepcionistas.
Robots, grandes asistentes de periodistas
El catedrático de Ingeniería de Sistemas y Automática de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), Carlos Balaguer, además de uno de los responsables del Robotics Lab, ha explicado a Efefuturo que ese tipo de robots, dados los avances de la tecnología, podrían llegar a ser grandes asistentes de los periodistas, por ejemplo en zonas de guerra, para fotografiar sucesos, o en manifestaciones, en donde realizarían entrevistas con preguntas programadas.
La inteligencia artificial genera miles de relatos sobre temas concretos, de forma rápida, barata, a gran escala y potencialmente con menos errores que los humanos, pero también tienen fallos.
“Quakebot”, un algoritmo pionero, utilizado por “Los Angeles Times” para informar sobre cambios geológicos alertó hace unos meses por error de un terremoto ocurrido en 1925, tras interpretar como novedad datos históricos que sólo habían sido actualizados.
Tay, otro “bot”, o programa con inteligencia artificial, creado por Microsoft, fue dado de baja horas después de su lanzamiento en 2016 por sus mensajes ofensivos.
En campos lingüísticos más emotivos, como la poesía, algoritmos de “deep learning” o aprendizaje automático han sido entrenados por ejemplo con poesías de Federico García Lorca.
Aprender el lenguaje
“El estilo de un escritor es un conjunto de reglas que ni siquiera él conoce, y la máquina las puede aprender para generar textos similares”, explica el catedrático de Informática de la UC3M, José Manuel Molina, además de uno de los responsables del grupo de investigación de Inteligencia Artificial Aplicada.
El primer intento comercial de convertir datos automáticamente en historias fue un proyecto de una universidad estadounidense, germen en 2010 de una empresa clave en el sector, Narrative Science, con miles de historias creadas hasta el momento, cuyo algoritmo “Quill” está programado para aprender el lenguaje del ámbito que se le asigne.
La riqueza lingüística de sus historias “es difícil de atribuir a veces a una máquina”, señala a Efefuturo Mario Tascón, periodista experto en medios digitales.
La estadounidense Automated Insights ha diseñado también un software para convertir automáticamente datos en historias; otras se están abriendo camino, por ejemplo, la española Narrativa, o Trint, que proporciona textos a partir de grabaciones de audio. También existe una herramienta al menos curiosa que toma frases aleatorias del New York Times para generar haikus, un tipo de poesía japonesa.
Desde el lanzamiento de Google News, que en España dejó de funcionar en 2014, la apuesta de esta empresa por la innovación en el periodismo digital ha sido constante. Dentro de su iniciativa Digital News Initiative (DNI), un reciente proyecto, Radar, ha sido dotado de una de sus mayores ayudas hasta el momento, con algo más de 700.000 euros, para ayudar a la agencia Press Association (PA) que suministra información al Reino Unido e Irlanda a crear hasta 30.000 noticias locales al mes.
El diario The Guardian utiliza el Messenger Bot de Facebook para generar textos y también con sus “bots” la BBC crea vídeos personalizados sobre documentales de naturaleza con respuestas del público a preguntas sencillas.
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