La microtia es una malformación congénita del oído externo y del medio que afecta a entre uno y cinco casos por cada 10.000 nacimientos, que pueden nacer sin la totalidad de la oreja (anotia) o con pequeñas aurículas, además de disponer únicamente de un tercio de la audición.
Gracias a la tecnología 3D es posible escanear la oreja sana de estos pacientes y elaborar, “por medio del efecto espejo”, una reproducción física exacta de la oreja que tiene una malformación.
“Gracias a la tecnología 3D podemos disponer físicamente de una oreja idéntica a la sana y usarla como patrón de referencia mientras operamos”, ha explicado el cirujano pediátrico especializado en cirugía reconstructiva de las malformaciones faciales y jefe de la UFIM, Francisco Parri.
Aún así, ha aclarado que la reconstrucción de la aurícula de estos pacientes no soluciona la falta de audición, pero solventa la parte física de esta patología.
“Tener una oreja deformada o carecer de ella puede implicar un impacto psicológico y emocional muy profundo en los niños y sus familias”, como por ejemplo, ha explicado, una menor autoestima y una mayor dificultad para adaptarse al entorno social, debido, en muchos casos, “al rechazo por parte de la sociedad”.
Así, los expertos consideran que la implantación o reconstrucción de la oreja mediante cirugía plástica reconstructiva forma parte de cómo tratar esta patología.
Un gran avance médico
“Esto ha significado un gran avance en cuanto a precisión y agilidad en las cirugías de reconstrucción auricular”, ha reconocido Parri.
Actualmente, el Hospital Sant Joan de Déu y el Instituto Químico de Sarrià, ambos en Barcelona, junto con el Massachussets Institute of Technology (MIT), están trabajando en el desarrollo de una reproducción de oreja 3D biocompatible con el cuerpo humano.
Se trata de un proyecto interdisciplinar y pionero que junta investigación punta, tecnología 3D, células madre, tejidos, medicina y cirugía. EFEfuturo
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