La declaración destaca asimismo la necesidad de dotarse de un marco legal que defienda mejor los derechos de los autores en la era digital y recuerda que para ello es preciso impulsar nuevas leyes “efectivas” tanto para los creadores como para editores.
El Parlamento Europeo somete hoy al voto la polémica ley europea del copyright, que en julio fue rechazada por los eurodiputados para conseguir un texto que tuviera mayor consenso.
El pleno del Parlamento Europeo que rechazó el 5 de julio iniciar las negociaciones para reformar la ley europea de los derechos de autor (y que sí había aprobado la Comisión de Asuntos Jurídicos de la Eurocámara) y aplazó la decisión a septiembre para buscar otro enfoque en dos de los puntos más problemáticos: el canon digital y el rastreo por algoritmos del material protegido.
Por su parte, la directiva sobre los derechos de autor no se pone al día desde el año 2001, un proyecto que se debatirá en septiembre con la posibilidad de introducir enmiendas.
El pasado 5 de julio en el pleno del Parlamento europeo quedó rechazada la reforma por 40 votos de diferencia: 318 votos en contra, 278 a favor y 31 abstenciones, en un clima marcado por las críticas de pequeñas y grandes plataformas como Google.
Apenas dos meses después regresa a contrarreloj a Estrasburgo, pero en última instancia, si no se aprueba, el calendario imposibilita su recorrido, con las elecciones europeas de 2019.
Populares y socialistas votaron a favor, frente al no de Verdes, Izquierda Unitaria y liberales, que piden un modelo distinto y un debate más amplio y sosegado.
La diferencia de 40 votos fue lo suficientemente amplia como para que no fueran decisivas las 14 ausencias del Partido Popular español.
La propuesta de reforma, respaldada especialmente por artistas y medios, fue muy criticada por pequeñas y grandes plataformas a los que se exige vigilar los contenidos publicados en defensa de los beneficiarios de los derechos de autor de los mismos.
Existe por medio un enorme interés comercial que se dirime en la votación del Europarlamento, en concreto un enfrentamiento, en cuanto a los derechos de autor en el mercado único digital, entre algunos de los gigantes de Internet (Google y Facebook).
De una parte, las industrias culturales en defensa de los creadores y artistas y enfrente, los gigantes de internet, clamando por la libertad de expresión y alertando del fin de internet.
Tanto pequeñas plataformas como gigantes de internet habían criticado el fondo y la forma exprés de aprobación de la reforma de la directiva de derechos de autor.
El texto, al que los eurodiputados solo podían manifestar consenso o rechazo, sin enmiendas, contenía dos puntos polémicos que pretendían recabar más dinero para los autores o medios de comunicación.
Por un lado, el establecimiento de un canon a pagar por las plataformas a medios de comunicación y autores de contenido cuando lo reproduzcan. Se trataría de establecer un canon como el que pagó en su día Google News y que llevó a la plataforma a cerrar el servicio en países como España o Alemania.
Pero también afectaría a otros proyectos más pequeños de agregación de noticias, portales como “Menéame”, aunque los usuarios hubieran podido compartir igualmente sin problemas enlaces a noticias gratuitamente en sus redes sociales.
En segundo lugar, planteaba que las plataformas debían desarrollar y establecer un filtraje de contenido para asegurar el pago de los derechos de autor por el contenido (fotos, canciones, obras de arte) que los usuarios suben a la red.
Para los detractores, la posibilidad de que sean algoritmos los que puedan filtrar elementos sujetos a derechos de autor significa desarrollar tecnologías que pueden vulnerar la privacidad y la libertad de expresión.
Para Wikipedia el texto rechazado en julio por la Eurocámara hubiera obstaculizado “significativamente el acceso a la información y la colaboración en línea, erosionando la libertad de Internet en todo el mundo”.
A lo largo de la tramitación parlamentaria de esta directiva ha habido gran movilización por parte de muchas organizaciones ciudadanas, civiles y de internautas como rechazo a la misma a la que se ha sumado incluso Wikipedia, que suspendió temporalmente el servicio a principios de julio en señal de protesta.
Eurodiputados veteranos afirman que no han conocido presiones y campañas tan virulentas de los lobbies europeos como las que inundan sus correos y agendas, tanto el pasado julio como ahora.
El ministro de cultura español, José Guirao, ha intensificado sus contactos intentando lograr un voto-país de los eurodiputados españoles. En julio, Ciudadanos, Podemos, IU, Esquerra, Equo, PDeCat y PNV la rechazaron.
La industria del sector, consumidores, internautas y pequeñas empresas de base tecnológica han expresado de forma conjunta su rechazo contra la nueva directiva europea de derechos de autor porque la consideran una amenaza para el futuro de internet.
Pero la incertidumbre es grande y Bruselas negocia hasta el último momento las enmiendas para la redacción definitiva de los artículos más polémicos: el 11 y el 13.
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