Un temor infundado para el matemático francés Cédric Villani, ganador en 2010 de la prestigiosa medalla Fields -considerada el Nobel de la materia-, y experto en esa nueva tecnología.
“El adversario no es la IA, es el uso que los humanos pueden hacer de ella”, asegura a Efe el científico y ahora también diputado francés por el partido del presidente Emmanuel Macron.
Por eso, insiste, es necesaria una regulación y que los Estados sirvan de contrapeso a las grandes corporaciones, que son las únicas que tienen recursos suficientes para atesorar datos, analizarlos y crear los algoritmos necesarios.
Villani espanta los fantasmas que pesan sobre esta tecnología, algo que atribuye al escaso conocimiento que hay sobre ella.
“El peligro no está ahora mismo en que las máquinas cobren autonomía, que comiencen a hacer cosas por si mismas para las que no están programadas. El peligro está en que puedan ser usadas de forma inadecuada”, señala.
La ética de la inteligencia artificial
El matemático participa en París en una conferencia mundial organizada por la Unesco para sentar las bases de un futuro control, legal y ético, de la IA.
Como otros muchos expertos, considera que no debe dejarse a las grandes empresas una autonomía demasiado grande, que pueda reproducir los mismos vicios que tienen las sociedades actuales.
El ejemplo son, a su juicio, las redes sociales, pensadas como un gran instrumento de comunicación pero que han atraído “los ataques, los insultos y el odio” que había en la calle.
La IA, concede Villani, encierra el peligro de homogeneizar a la sociedad y por eso es preciso, a su juicio, que los poderes públicos intervengan.
“Hay que tener cuidado con la forma en que la programamos y con los ejemplos que ponemos para eliminar nuestros vicios nefastos. A menudo tenemos miedo de sustituir al hombre por la máquina, cuando el auténtico peligro está en el humano, con el riesgo de que, cuando se reproduce el humano en la máquina, se quede con los mismos vicios”, afirma.
La mejor herramienta es “la educación”, asegura el matemático, que cree que hay que “formar a los jóvenes para la IA”, aunque también considera esta tecnología “como una fórmula que puede fomentar la educación”.
“La IA puede usarse de forma que se nos escape, por eso tenemos que trabajar en la educación (…) El reto es formar a nuestros jóvenes en el buen uso de las redes sociales”, señala.
No es el único que llama a perderle el miedo a la IA. Durante la conferencia organizada en París por la Unesco muchas fueron las voces que llamaron a perder el miedo a la IA, pero que apelaron a la necesidad de darle un marco jurídico y ético.
Empezando por la directora general de esta organización, Audrey Azoulay, quien destacó la importancia de “poner la IA al servicio del bien común”.
Eso pasa, en primer lugar, por desterrar los fantasmas que rodean a esta tecnología que, asegura, sitúa a la humanidad frente a desafíos comparables a los que afrontó en la revolución neolítica o los que supuso la imprenta.
Aunque con un aporte suplementario: “Implica transformaciones sin precedentes y, además, revoluciona también nuestra relación con lo humano”.
Por ello es preciso dotarse de normas, legales y éticas, pero también de democratizarse y permitir que sus beneficios lleguen a un máximo de personas.
El secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, lo resumió en una sola frase: “Que sea más inteligencia y menos artificial”. EFEfuturo
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