Cuando elaboramos un té, el 98% del preparado es agua. De ahí que la relación entre infusiones y agua sea determinante en el resultado. ¿Esto qué significa? Pues significa que tan importante para preparar una buena infusión es contar con materia prima de calidad, como con un agua adecuada. Si las plantas que usamos no están bien conservadas, o sus hojas, flores o frutos no son los adecuados, la bebida resultante no será la que esperamos. Pues bien, si el agua es del grifo o no es la adecuada, la infusión tampoco responderá a nuestras expectativas.
¿Se puede usar agua del grifo para hacer infusiones?
Como poder, se puede. Pero de lo que elijas va a depender el sabor del resultado. La relación entre infusiones y agua está directamente relacionada con el sabor de la misma. Así que, escoge siempre el agua de mayor calidad que tengas a tu alcance.
La clave la encontramos en los especialistas chinos en la preparación de té, cuya tradición milenaria tiene mucho que enseñarnos a la hora de elaborar estos preparados naturales, saludables, aromáticos y sabrosos. Ellos siempre buscan utilizar agua de manantial que es más ligera, destaca por su bajo contenido en sales minerales y da un mejor sabor. Por algo será, ¿no?
De todas formas, hay que tener en cuenta que el agua del grifo es diferente según las zonas. Sobre todo en el caso de España, donde hay sitios que disponen de agua del grifo de gran calidad. Sin embargo, hay otras, sobre todo en la costa mediterránea, que el agua de grifo presenta un potente sabor a cloro.
En cualquier caso, para hacer una infusión óptima hay que tener en cuenta que:
Si usamos tetera, esta debe ser de un material que conserve bien el calor y no deje sabor. Por ejemplo, porcelana o cristal. Las plantas utilizadas deben ser de buena calidad y estar bien conservadas. El agua, mejor si es mineral y baja en sales minerales.
El agua del grifo sí que podemos usarla, por ejemplo, para calentar bien la tetera donde elaboraremos la infusión y evitar así que se enfríe rápido el preparado.
Aspectos importantes del agua para preparar una infusión.
En principio, intervienen en el resultado todos estos aspectos:
Cantidad de agua: depende de nuestros gustos y del tipo de planta que vayamos a usar. Normalmente se pone una cucharadita de hierbas por cada 250 mililitros de agua. Pero si nos gusta más densa o más clara, podemos variar las cantidades. Características particulares del agua: el Ph del agua para preparar una infusión es importante. Lo ideal es que sea neutro para que resulte un té claro. Si el Ph es superior a 7, la infusión será mucho más oscura. Temperatura del agua: también está en función del tipo de hierbas o plantas a usar. Hay ingredientes delicados que requieren una temperatura que no supere los 80 grados, mientras que hay otros más potentes que aceptan un agua hasta 90 grados. En cualquier caso, el agua para preparar una infusión nunca debe hervir, porque se oxigena, pierde calidad y oscurece demasiado el resultado. Tiempo de infusión: varía entre unos pocos segundos y varios minutos, en función de los ingredientes que vayamos a usar. Lo mejor es seguir las instrucciones del vendedor o del fabricante a la hora de prepararla. Y, si el resultado no nos convence, podemos ir variando los tiempos hasta obtener el resultado deseado. La única regla invariable es que, una vez servido en la taza, hay que tomarlo de manera inmediata para disfrutar de todas sus propiedades.
Y… ¿qué hay del té frío?
La emulsión al disolver las hojas del té en agua caliente es muy diferente a si lo hacemos en agua fría. Además, el proceso es más rápido en agua caliente y los aceites esenciales de las plantas se potencian todavía más. Por eso, si hacemos una infusión en frío hay que duplicar la cantidad de planta que utilicemos para obtener el mismo resultado.
También es aconsejable dejarlo reposar en nevera varias horas, para obtener un mayor sabor. Aun así, el sabor será más afrutado y menos marcado por las hojas verdes que en agua caliente.