El satélite, de forma cúbica, seguirá una órbita heliosíncrona o sincrónica al sol durante los próximos 4 años, lo que asegura que pasará sobre cada rincón del mundo, tras lo cual regresará a la atmósfera convertido en una estrella fugaz, según indicó la compañía proveedora del servicio, Elysium Space.
Elysium Space, con sede en San Francisco (California, EE.UU.) capta clientes (a quienes cobra alrededor de 2.500 dólares), prepara las cápsulas con los restos mortales y contrata los servicios de SpaceX para que el satélite llegue al espacio en uno de sus cohetes.
Estos cohetes no cargan únicamente con las cenizas, sino que forman parte de lanzamientos regulares de la compañía dirigida por Elon Musk, a la que Gobiernos y empresas de todo el mundo contratan para llevar a cabo misiones comerciales o de investigación.
El de hoy, por ejemplo, puso en órbita otros 63 pequeños satélites además del Elysium Space.
Los familiares, por su parte, podrán seguir la localización de las cenizas de sus seres queridos a través del espacio en tiempo real mediante una aplicación gratuita para teléfonos móviles.
El lanzamiento del cohete Falcon 9 de SpaceX tuvo lugar a las 10.43 del lunes hora local (18.43 GMT) desde la base aérea de Vandenberg en el sur de California.
Según la compañía, enviar cenizas al espacio es una manera de “recordar a los seres queridos con la poesía del cielo estrellado”.
La tradición de enviar restos mortales al espacio es poco habitual pero nada nueva: Ya en 1998 un vial con las cenizas del astrónomo Eugene Shoemaker llegó a la superficie lunar a bordo de una misión de la NASA.
Un proyecto artístico
A bordo del Falcon 9, Space X envió al espacio el proyecto Orbital Reflector, un proyecto desarrollado durante los últimos diez años por el artista estadounidense Trevor Paglen que mezcla arte y ciencia, para generar un debate sobre el papel de la tecnología en el mundo, según comentó el propio artista a Efe.
Cuando se posicione en su órbita, este nanosatélite desplegará una especie de velamen con forma de rombo alargado de unos 30 metros de largo y elaborado de una tela de polietileno de aspecto metálico, que reflejará la luz del Sol y permitirá que esta peculiar obra de arte pueda avistarse desde la Tierra.
“Parecerá una estrella que se desplaza lentamente por el cielo. Tan brillante como otros astros en la inmensidad del Universo”, explicó el creador nacido en el estado de Maryland, que en los últimos meses ha pasado largas temporadas en la soleada Nevada ultimando los detalles de su proyecto.
Durante las próximas ocho semanas esta peculiar estructura orbitará a una altura de unos 575 kilómetros hasta que, finalmente, vuelva a entrar en la atmósfera, donde acabará desintegrándose.
Los interesados podrán seguir el recorrido de la escultura a través de una página web que ofrecerá detalles sobre su ubicación en directo; en definitiva, una muestra más de cómo este artista se desenvuelve constantemente entre el arte y la tecnología. EFE
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