Según una serie de estudios científicos, la costumbre de leerles a nuestros hijos un cuento por la noche es una de las más positivas para su desarrollo mental. Sin embargo, los que afirman lo antedicho recuerdan que la manera de llevar a cabo esta actividad ha de mejorarse para poder aprovechar todas y cada una de sus virtudes.
¿Por qué les lee un cuento a sus hijos antes de dormir?
La positiva rutina se puede convertir en un arma de doble filo. En la mayoría de los casos la respuesta a esta pregunta es sencilla “para que se calmen y se duerman antes”. Es decir, intentamos escoger un cuento cualquiera para leerlo casi de corrido y cruzamos los dedos para que nuestra voz haga el efecto de un potente somnífero. ¿Consigue su objetivo? Posiblemente pero también está desperdiciando las múltiples virtudes de esta costumbre.
¿Cómo podría convertir la lectura de un cuento en una manera de estimular el aprendizaje de sus hijos?
El primer punto es el más básico y al que menos atención se le presta. A pesar de que los cuentos de siempre siguen siendo idóneos para esta labor, no ha de olvidar que debe modernizar los textos que escoge para leerlos en voz alta. Es más, le aconsejamos que lea antes el texto para conocer la idoneidad del mismo.
Gracias a esta sencilla tarea logrará estimular las habilidades lingüísticas de sus hijos al incluir nuevas palabras en su vocabulario y nuevas estructuras gramaticales. Y no hablamos solo de gramática sino también de los valores que transmiten los personajes del cuento o de la novela. La enseñanza es, por lo tanto, doble. De ahí la importancia de leer correctamente el texto de su elección.
Recuerde que un texto no deja de ser un conjunto de frases al que hay que darle vida a través de su voz. Si interpreta con una voz distinta a cada personaje, si logra crear un ambiente adecuado, si consigue dejar en suspenso la narración en el momento álgido de la misma y si, en definitiva, despierta el interés de sus hijos por conocer cómo termina la historia habrá logrado el objetivo que venimos comentando.
Y si no lo cree intente recordar sus propias vivencias. ¿Recuerda algún cuento o novela en especial que le contasen sus padres? ¿Le gusta leer en la actualidad? Si la respuesta es afirmativa a ambas preguntas es porque la lectura, o escuchar una historia, es una forma excelente de estimular el cerebro y de dejar en el mismo un cimiento sobre el que construir el hábito de la lectura.
La importancia de la pausa y de la reflexión
Es importante destacar que en todos los cuentos y novelas hay un problema o situación que suele ser resuelta de forma positiva. El pasar por alto esta problemática para llegar al desenlace no se convertirá en el aprendizaje de una nueva idea o solución por parte del niño. Es decir, si se para en el conflicto y les pregunta a sus hijos ¿Qué haríais vosotros? Logrará de forma natural comenzará a educar en valores a sus hijos.
No repita los esquemas de la educación de hace cuarenta años en los que el número de palabras leídas era lo más importante para su maestro. No tenga prisa. Presente a los personajes, haga una especie de resumen de la trama cada cierto tiempo, comience al día siguiente recordando cómo terminó la historia el día antes y, en definitiva, haga que sus hijos disfruten de la lectura y que se metan en la historia.
Solo así logrará el loable objetivo de estimular la correcta formación del cerebro de sus hijos, su aprendizaje, su desarrollo y su madurez. Insistimos, si recuerda los cuentos de su niñez no lo hace por la historia en sí sino por las enseñanzas que encerraba y que usted descubrió gracias a una lectura adecuada. En los libros reside la sabiduría y los ejemplos más útiles para la vida. Descúbrales este mundo a sus hijos y en unos años notará cómo le agradecen que la actividad que ahora puede parecerle una rutina para ellos era uno de los momentos más esperados de su día a día.