Los zapatos y zapatillas de los niños son prendas a las que, en ocasiones, no se presta la atención necesaria. Debido al rápido crecimiento de los pequeños durante los primeros meses de vida —y a que ellos difícilmente manifestarán su malestar por un calzado poco apropiado—, debemos estar muy atentas a los cambios que vayan sufriendo sus pies, así como a las prácticas y hábitos rutinarios de nuestros hijos.
Flexibilidad ante todo
La flexibilidad ha de ser la característica fundamental de todo calzado infantil. Para ello, tanto los materiales del empeine y la lengüeta como las suelas han de ser blandos. Además, las zapatillas deben quedar holgadas —sobre todo en la parte delantera— desde los primeros meses y hasta los tres años, aproximadamente. Ello favorecerá el crecimiento del pie y no impedirá que el niño se mueva con total libertad. Se recomienda que, desde el dedo gordo hasta la puntera del zapato haya, al menos, un centímetro.
Si los zapatos fuesen pequeños, corremos el riesgo de que nuestro pequeño se acostumbre a encoger los dedos, lo que podría derivar en malformaciones y problemas ortopédicos. Para que esto no ocurra, deberemos revisar el crecimiento del pie de nuestros hijos y contrastarlo con el calzado que lleva —con hacerlo cada tres meses suele ser suficiente—. Cuando vayamos a comprar los zapatos, lo más recomendable es hacerlo con nuestro pequeño presente, y probárselo siempre de pie.
Durante las primeras etapas, cuando el bebé aún gatea, la puntera del calzado debe estar reforzada para evitar golpes y heridas. Asimismo, la suela —siempre de goma blanda— debe ser antideslizante. Conforme nuestro hijo crezca, sería recomendable consultar con nuestro pediatra para que nos aconseje cómo va evolucionando la formación de sus pies, y así poder ir aplicando los cambios pertinentes en su calzado. Por ejemplo, una vez que comience a caminar es preferible que el contrafuerte de los zapatos —la parte posterior que recoge el talón— esté reforzado, de cara a ayudar al tobillo a fortalecerse, favoreciendo así la estabilidad y apoyando la tendencia natural de los pies a girar hacia adentro a cada paso.
Materiales del calzado infantil
Otro de los aspectos fundamentales del calzado infantil es el material con el que están fabricados. En la medida de lo posible, debemos evitar todo tipo de materiales y fibras sintéticas —para el cuerpo del calzado—. Las suelas, como decíamos, han de ser de goma o TR —termoplásticas—, antideslizantes y resistentes. Recordemos que estas están destinadas tanto a evitar golpes bruscos o abrasiones, como a aislar del frío.
Lo más recomendable es que el cuerpo de la zapatilla —lengüeta y empeine— esté fabricado en piel y tejido naturales —como el algodón—, y sean también lo más flexibles posibles. Además, debemos estar atentas para que el borde del zapato que está en contacto con la parte baja del tobillo no provoque roces, algo muy habitual también en adultos.
Una de las máximas sobre los materiales del calzado infantil es que debe ser totalmente transpirable, no tóxico y antibacteriano. En este aspecto, las plantillas juegan un papel primordial. Además de cumplir con todos los requisitos enunciados con anterioridad, sería recomendable que estuviesen fabricadas con gel o algún tejido o textura que masajease las plantas de nuestros pequeños cuando estos ya caminen —aunque sea mínimamente—. Esto será de gran ayuda para que la circulación de sus pies fluya de forma adecuada, así como para estimular la correcta formación del arco plantar.
Últimos consejos
La mayoría de expertos aconseja que tengamos al menos dos pares de zapatos para los pequeños, para así poder ir alternándolos y evitar la aparición y propagación de hongos. Cuando quitemos un par, debemos sacar la plantilla y colocar las partes en un lugar ventilado.
Otro consejo fundamental es que las zapatillas sean ligeras, de cara a evitar sobreesfuerzos en las articulaciones y músculos todavía en formación. Asimismo, es poco recomendable comprar zapatos de segunda mano, ya que cada pie imprime su huella particular.
Y un último consejo: si vas a ir a comprarle zapatos a tu pequeño, hazlo preferiblemente por la tarde, ya que el volumen de sus pies será considerablemente mayor que durante la mañana —aproximadamente, un 4% más.