Lista de espera
“Entonces Telefónica siempre tenía una lista de espera de peticiones enorme, de años. Yo recuerdo listas de espera de 700.000”, rememora en una entrevista con EFE el histórico directivo de la compañía Julio Linares, quien revela que él mismo tardó años en tener teléfono en casa.
“Una compañía que tiene una lista de espera del producto que vende de 700.000 no necesita comerciales”, resume Linares, que entró a trabajar en Telefónica en 1970, cuando todavía era la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), y llegó a ser consejero delegado entre 2007 y 2012.
A finales de 1978, Telefónica tenía 659.345 demandas pendientes, tras recibir ese año 736.300 peticiones, unas 2.000 por día, pero esa lista de espera siguió cifrándose en varios cientos de miles hasta bien entrados los años 80, en una España en desarrollo en la que hogares y empresas reclamaban cada vez más acceso al servicio telefónico.
Cabinas
El año en que entró en vigor la Constitución dejó otros hitos: se superó la cifra de 10 millones de teléfonos (en concreto, 10,3 millones, es decir, 28 teléfonos por cada 100 habitantes) y el número de cabinas se aproximó a las 17.000.
“En ese momento en que no había teléfono en todos los hogares, la cabina jugaba un papel muy importante en facilitar un sitio desde el que poder hacer una llamada”, indica a EFE el director general de Telecomunicaciones y Tecnología de la Información, Roberto Sánchez, que justo en 1978 terminó Ingeniería de Telecomunicaciones.
“Los políticos nos sometían a mucha presión para que al menos los núcleos de población tuviesen un teléfono de uso publico”, añade Linares.
Telefonía móvil
Tras tocar su máximo en 1999, con 55.000 teléfonos en la vía publica y 100.000 incluyendo los de recintos como aeropuertos y hospitales, las cabinas iniciaron un lento declive por falta de uso hasta estar actualmente casi en peligro de extinción, un proceso muy relacionado con la irrupción de la telefonía móvil.
Cinco años después de que Martin Cooper hiciera la primera llamada con un móvil de la historia, en España los únicos móviles en 1978 eran los llamados teléfonos automáticos en vehículos, que sólo podían utilizarse en automóviles “porque la batería te ocupaba medio maletero y el teléfono era un armatoste”, recuerda Linares.
Liberalización de las telecomunicaciones
La telefonía móvil no despegaría en nuestro país hasta los años 90, cuando España empezó a rendirse a “sus atributos de flexibilidad y libertad”, en palabras del presidente de Vodafone España, Francisco Román, que integró el equipo que logró en 1994 la primera licencia móvil tras la liberalización de las telecomunicaciones.
“Nos habíamos acostumbrado a que para hablar, había que ir a buscar algo que estaba amarrado a una pared y, de pronto, podías hablar donde estuvieras”, agrega.
Linares, Sánchez y Román coinciden en que nadie podía anticipar entonces la explosión que viviría la telefonía móvil en nuestro país, donde actualmente hay 53,21 millones de líneas y una penetración de 97,1 líneas por cada 100 habitantes, según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
“En nuestras visiones más optimistas nunca imaginamos los números a los que se llegó. Nosotros pensábamos que España alcanzaría una saturación con unos 8 millones de móviles, cifra a la que se llegó enseguida”, destaca Román.
Llega internet
Junto a la revolución de la telefonía móvil comenzó la de internet, con aquellas primeras conexiones de los años 90 a través del módem de marcación telefónica, y su inolvidable sonido, que al usarlo dejabas sin teléfono a la familia.
“Y además no sabías nunca cuánto ibas a pagar, con lo que en la factura algunos se llevaban unos sustos de narices”, dice Linares.
En 1996, Telefónica lanzó Infovía, una solución de acceso a internet que garantizaba tarifas locales (el precio era 139 pesetas/hora), aunque el gran cambio llegaría en el 2000 con la tarifa plana para internet sobre tecnología ADSL.
“La llamábamos banda ancha y la velocidad era a 256 Kbps. Y ahora estamos dando fibra a 600 Mbps, 2.000 veces más”, indica Linares, que evoca también el cambio de tarificar por pasos y luego por minutos (y aquellos “¡Niño, que esto corre!”) a las tarifas planas. O de esperar hasta la noche para llamar a un familiar en Europa al fin del “roaming”.
Telefonía móvil e internet convergieron con el “smartphone” en 2007, con una trascendencia brutal no sólo en el mercado de las telecomunicaciones, sino en la sociedad, al dar lugar a ciudadanos hiperconectados que trabajan, compran, comparten vídeos en redes sociales o ven series desde el teléfono. Y crean grupos en WhatsApp.
Nuevos operadores
De forma paralela a la transformación tecnológica, España vivió el proceso de apertura del sector a la competencia y, tras décadas de monopolio, en 1994 se autorizó un segundo operador móvil (Airtel), que comenzó a operar en 1995.
“Fue un momento clave que coincide en el tiempo con muchos cambios ligados al proceso del año 92, que lo tenemos en la memoria como un año clave en la apuesta por la modernización del país”, apunta Sánchez, quien destaca como otro gran hito el lanzamiento del Hispasat, el primer satélite español de comunicaciones.
“Cambió todo, radicalmente. Se dio una cantidad de licencias brutal para competir con nosotros. Con lo cual teníamos mucho miedo de lo que iba a pasar, porque lógicamente nos iba a impactar en cuota de mercado, ingresos y crecimiento”, recuerda Linares.
Dos décadas después, España cuenta con grandes operadores con presencia internacional, pero también compañías nacionales, regionales, móviles virtuales… todos compitiendo bajo la supervisión de la CNMC, heredera de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) nacida en 1998. Y ahora sí hay guerras de precios. EFEfuturo
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