Si tienes problemas de salud, es posible que tu situación mejore si introduces algunos cambios en tu alimentación y en tus hábitos de vida. Comer de una manera sana y equilibrada también puede ayudar a encontrar el equilibrio en nuestra vida, pues si el organismo está bien y funciona de una manera óptima, todo lo demás mejorará. De hecho, no hace falta estar enfermo para decidirnos por una alimentación más correcta. No hace falta seguir una dieta vegetariana o macrobiótica si no es lo que deseamos, pero hay unas cuantas bases que debemos tener claras y sobre las cuales es fácil asentar una cocina saludable.
La alimentación saludable previene enfermedades
Hay varias enfermedades muy conocidas, muchas de ellas crónicas, que pueden tener su origen en una mala alimentación:
- Hipertensión arterial
- Obesidad
- Caries
- Bocio
- Gota
- Diabetes
- Enfermedades del corazón
- Osteoporosis
- Anemia
- Cáncer
Todas ellas se pueden prevenir con una dieta protagonizada por alimentos bajos en grasas, poca sal, mucha fruta y verdura y grandes cantidades de fibra. Todo ello elaborado en base a una cocina saludable y acompañado de algo de ejercicio. Siguiendo estas premisas, en general, estas enfermedades se previenen o su puede luchar contra ellas. En el caso de la anemia, por ejemplo, si que debemos fijarnos en los alimentos ricos en hierro (verduras de hoja verde, cítricos, tomates, etc) y eliminando la ingesta de productos que impiden la absorción del hierro como el café o el té negro.
¿Cómo puedo hacer que mi dieta sea saludable?
Partimos de la idea de cuanto más natural, mucho más saludable. Por ello, hay que prescindir, evitar o restringir el consumo de alimentos refinados (como la sal de mesa o el azúcar), procesados (platos precocinados, bollería industrial, aperitivos de bolsa, etc) y envasados (para reducir al máximo la ingesta de conservantes).
Por contra, debemos incorporar a nuestra dieta muchas frutas y verduras. Lo ideal es que sean productos de temporada y autóctonos, para que vayan directamente de la huerta a la mesa, sin largos procesos de conservación. Carnes, pescados y huevos con certificado ecológico. Este sello nos garantiza que los animales que los producen no han sido alimentados con piensos artificiales no otros productos procesados. Las legumbres son las grandes aliadas de una cocina saludable. Son fáciles de preparar, las condimentaremos con sal marina y conservaremos de manera natural en botes de vidrio. Y, por supuesto, debemos buscar siempre lo natural en los aceites vegetales, los frutos secos, y otros productos parecidos.
Siguiendo estas pautas, una alimentación sana y una cocina saludable es posible y alcanzable. De esta manera, viviremos mejor y, probablemente, más tiempo.
Consejos para una cocina saludable
Reduce la sal y sustitúyela por hierbas aromáticas y especias. Dará sabor a los alimentos de manera natural.
Vetar o reducir al máximo las grasas. Productos como embutidos y fritos no son muy sanos. Mejor consumir el aceite de oliva en crudo, para aliñar los alimentos, no para freírlos. Los lácteos, siempre desnatados para que tengan menos aporte de grasa. Las salsas, fuera de la dieta. Podemos hacer preparados caseros a base de leche para condimentar platos.
Edulcorar productos y platos con un poco de miel, es más sano que usar azúcar.
Consumir los alimentos en el estado más natural. Por ejemplo, cereales integrales y no productos refinados.
Platos y bebidas frescos y naturales, a base de fruta y verdura: batidos, zumos, licuados, ensaladas, macedonias, …
Cocinar al vapor, al horno o a la plancha: conserva mejor las propiedades de los alimentos y no aporta la grasa de los aceites.
Siguiendo estas pautas, tu cocina será más saludable, podrás prevenir la aparición de ciertas enfermedades y llevar una dieta más sana. El objetivo: mejorar tu bienestar y el de tu familia.