El proceso de selección dura alrededor de un año -al último convocado en Europa se presentaron 8.500 candidatos y candidatas- y, después, los entrenamientos varios porque, como señala a Efe el astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA) Matthias Maurer, esta es una carrera de fondo en la que el reciclaje es continuo.
Los aspirantes y elegidos son pilotos de combate, científicos, ingenieros o médicos, así que el entrenamiento arranca con el objetivo de unificar la educación para que todos lleguen al mismo nivel: hay que aprender cómo funciona un cohete, la Estación Espacial Internacional y, sobre todo, a trabajar bien en equipo.
Todo esto y más es en lo que tuvo que instruirse Maurer, nacido en Alemania y con 48 años, quien se unió oficialmente al cuerpo de astronautas europeos en 2015, aunque aún no ha viajado al espacio.
En 2021 a la ISS
Lo hará previsiblemente en 2021 a la Estación Espacial Internacional (ISS) y, como parte del entrenamiento anual que realiza, este mes se irá a las instalaciones de la NASA en Houston (Texas, EEUU) a probar en el agua el traje de astronauta.
Maurer, experto en ciencias de materiales y que entre otros centros ha pasado por la Universidad Politécnica de Cataluña, se presentó a la última ronda de selección de astronautas de la ESA en 2008; pasó las pruebas y entró a formar parte de una lista de diez.
“Conseguí quedar finalista, pero en ese momento solo había seis ‘billetes’ para el espacio y me quedé entre los que no iban a volar”.
Era 2009 y la ESA le metió en una lista de reserva; mientras, comenzó a trabajar en el Centro Europeo de Astronautas de Colonia como ingeniero de apoyo a la tripulación y en el centro de control.
En 2014 la ESA decidió prolongar su participación en la ISS y a Maurer se le presentó otra posibilidad: “en 2015 me preguntaron que si quería seguir siendo astronauta y, por supuesto, dije que sí”.
Hasta ese momento y en los últimos cuatro años, Maurer ha pasado distintas pruebas y aprendido mecánica, más idiomas, como el chino o el ruso, o geología en Lanzarote, isla en la que estuvo junto al astronauta y actual ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque.
En Cerdeña, junto a estadounidenses, rusos y otro astronauta europeo, estuvo seis días y seis noches en unas cuevas, en las que aplicaron un “plan exacto de ciencia” -mediciones, microbiología, etc- como si estuvieran en la ISS, con “paseo espacial” incluido.
Y es que, el complejo sistema de cuevas de “Sa Grutta” ofrece un ambiente subterráneo extraño y oscuro, con muchas analogías con el espacio. Con paredes de hasta 30 metros, Maurer y el resto del equipo tuvieron, por ejemplo, que hacer rápel: “además de descender, aprendimos el protocolo a seguir en el espacio, donde en los paseos fuera de la ISS siempre hay que ir atado y conectado por cuerdas”.
Maurer también estuvo a 20 metros bajo el mar en la base Aquarius de la NASA, dentro de la misión NEEMO. Ubicado a 5,6 kilómetros de Cayo Largo (Florida), este módulo funciona como una base espacial.
Además de vuelos parabólicos, Maurer junto a la astronauta Samantha Cristoforetti fueron los primeros extranjeros en entrenarse junto a ‘taikonautas’ chinos: en la ciudad costera de Yantai aprendieron a sobrevivir en el mar tras un aterrizaje de emergencia.
Naves europeas para volar a la ISS
Este alemán, que reconoce que lo que menos le gusta son las pruebas de supervivencia al frío, sigue entrenando; siempre hay que repetir algunos ejercicios para no olvidar lo aprendido o actualizarse porque en el espacio como en todo la tecnología avanza.
Maurer, quien afirma que la profesión de astronauta agrupa todo lo que le gusta, relata que el espacio repercute en el bienestar de la sociedad, por eso es importante la inversión de los países.
“Los políticos tienen que entender más el valor que tiene el espacio”, apunta el astronauta de la ESA, quien agrega que ni Alemania, ni España ni otro país europeo pueden trabajar solos.
La ESA celebra su próxima gran reunión –Consejo Ministerial– este año en Sevilla y para Maurer esta tiene que seguir apostando por el programa de observación de la Tierra -Copernicus-, por el sistema Galileo de navegación -competidor del GPS estadounidense- y los cohetes -ya se ha puesto en marcha la construcción del Ariane 6-.
Además, seguirá pendiente de Marte -Exomars- y Mercurio -Bepicolombo-, pero no solo. A Maurer le gustaría que Europa tuviera naves propias para volar a la ISS; “eso es una decisión política”. EFEfuturo
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