La risa es una respuesta de nuestro cuerpo a un estímulo externo. Su papel en el aprendizaje de tu hijo es fundamental. Riéndose a menudo conseguirá ver el mundo de una forma distinta y conseguirá liberarse del estrés con una mayor facilidad y siempre apostando por el optimismo como forma de enfrentarse a los retos que su existencia le irá poniendo por delante.
¿Cómo enseñar a reír según la edad de tu hijo/a?
Como hemos comentado, estamos hablando de una reacción del organismo. Incluso de adulto ya sabrás que hay personas a las que les hace gracia un chiste y a otras no. Cada cual se ríe con aquello que le apetece pero es básico enseñar a reír desde que tu hijo es un bebé. De hecho, muchos vídeos virales por internet lo son por las carcajadas de un niño, o una niña, ante una situación aparentemente normal.
Los bebés reciben como estímulo externo la cara de sus familiares. Si optas por hacer muecas conseguirás su sonrisa casi con total seguridad. A medida que van creciendo otros sentidos como el del tacto son fundamentales. Las cosquillas son uno de los recursos más básicos para lograr tu loable y alcanzable objetivo.
Los niños a partir de un año siguen necesitando estimular su sentido del humor de forma saludable. Lo puedes lograr viendo películas de humor, creando teatrillos en casa en los que te conviertas en un personaje cómico conseguirás, a buen seguro, una buena carcajada. Es importante también que comiencen a estimular sus sentidos. El uso de dibujos cómicos puede ser una buena herramienta para que identifiquen la risa con el aprendizaje de cualquier materia.
Si tu hijo es alumno de primaria podrá participar de forma más activa en todo tipo de parodias de películas, representaciones teatrales y similares. En esta etapa funcionan muy bien las actividades de imitación. Conmina a tu hijo a que te imite y verás el satisfactorio resultado.
En todo este periodo es importante mencionar el papel de la lectura. Escogiendo obras adecuadas y llenas de humor no solo conseguirás que su sentido del humor mejore sino también que vayan introduciendo la afición por la leer un libro en sus vidas.
La adolescencia y el sentido del humor
Has sido adolescente y sabes que en ese periodo de tu vida comienzas a sentirte mayor. Las actividades arriba comentadas no van a funcionar pero el sentido del humor hay que seguir estimulándolo. Una de las mejores formas es instar a tu hijo/a a que cree sus propias bromas, a que parodie lo que no le gusta, a que se ría de su propia existencia y de la de aquellos a los que no tolera.
El recurso del humor es más saludable de lo que podría parecer ya que puede ayudar a superar traumas e incluso a constatar cómo una carcajada puede ser el punto final a cualquier tipo de conflicto interno.
La risa estrecha los lazos de unión entre los padres y los hijos
Toda persona que sabe reírse de uno mismo y que respeta a los demás suele ser admirada en su edad adulta. Si tu hijo/a ha aprendido a reírse desde bebé de las situaciones, a priori, más preocupantes habrá logrado quitarle importancia a algunos problemas y ser mucho más positivo.
A medida que vaya cumpliendo años se dará cuenta de que siempre le has animado a reírse, a divertirse y a no optar por el pesimismo. Esta enseñanza, que tanto le habrá servido para tener una vida feliz, es inolvidable y el agradecimiento a sus padres será eterno.
Recuerda que tras una carcajada hay un estímulo que ayuda a entender el mundo. Un niño que sonríe entiende mejor a los demás, aprende a no reírse de ciertos defectos, tiene mejor salud mental y física (la risa estimula el funcionamiento del sistema inmunológico) y vive la vida de una forma más activa que un niño triste.
Por lo tanto, provocando la risa en su bebé primero y enseñando a sus hijos a reírse, a medida que van creciendo, es una impagable labor que harás para garantizarles una estabilidad mental y una forma de ver la vida más que aconsejable.