En total, en esta campaña se llevarán a cabo 24 proyectos de investigación: 18 financiados por la Agencia Estatal de Investigación, uno por la Agencia Estatal de Meteorología, otro por el Instituto Hidrográfico de la Marina, y cuatro más que forman parte de series históricas de vigilancia (basadas en registros y recogida de datos).
Junto a estos proyectos, las instalaciones científicas españolas también darán apoyo a investigaciones internacionales de Colombia, Reino Unido, Chile, Noruega, Brasil y Portugal.
En la XXXII Campaña Antártica Española trabajarán unas 130 personas (entre personal científico y técnico) que se trasladarán al continente antártico en el buque de Investigación Oceanográfica ‘Hespérides’, que ha partido hoy desde el puerto de Cartagena (Murcia), y en el ‘Sarmiento de Gamboa’, que salió en noviembre desde el puerto de Vigo.
Dos bases científicas españolas
Si todo va según lo previsto, el Hespérides surcará las aguas antárticas durante unos 80 días y el Sarmiento de Gamboa, algo más de dos meses (65 días).
En tierra, la Campaña Antártica Española contará con las bases “Gabriel de Castilla” en la isla Decepción, y “Juan Carlos I”, situada en la isla de Livingston y estrenada en la pasada campaña.
Ambas bases estarán abiertas unos cien días para acoger a todo el personal español y para dar apoyo a investigadores de dieciséis nacionalidades: Alemania, Austria, Brasil, Bulgaria, Chile, Colombia, Eslovenia, Estados Unidos, Indonesia, Italia, Noruega, Perú, Portugal, Reino Unido, Rusia y Uruguay.
Los proyectos de investigación españoles intentarán estudiar las características atmosféricas y terrestres de la Antártida, la variación de las capas de hielo, de los glaciares y del nivel del mar como consecuencia del cambio climático, además de analizar los cambios de la geología terrestre y de la biodiversidad de los organismos antárticos, entre otros aspectos.
Así, un proyecto del Museo Nacional de Ciencias Naturales estudiará la biodiversidad de los líquenes, musgos y microorganismos de las rocas y suelos árticos, y otro de la Universidad Autónoma de Madrid establecerá la capacidad de dispersión de los microorganismo y su capacidad de “colonización” de superficies que -hasta ahora- han estado cubiertas por hielo durante miles de años.
La presencia de aerosoles en la atmósfera y sus efectos sobre la calidad del aire y el clima será estudiada en un proyecto conjunto por investigadores de la Universidad de Zaragoza y de la Universidad Complutense de Madrid.
El lobo marino
En el Estrecho de Bransfield, situado entre la Península Antártica y las islas Shetland del Sur, un equipo internacional de investigadores liderados por la Universidad de Granada analizarán la fractura en la corteza (rift oceánico) y los volcanes submarinos y la sismología de toda la zona.
Y aunque veamos la Antártida como un lugar poco alterado por la actividad humana, no es así.
El lobo marino antártico, una especie de foca con orejas que se reproduce en las islas antárticas fue intensamente explotado por la industria peletera en el siglo XIX, tanto que llegó a desaparecer de algunas zonas de cría. Un proyecto de la Universidad de Barcelona se centrará en los niveles de reproducción de estos animales y medirá la cantidad de krill (el crustáceo del que se alimenta) disponible en la región polar.
Los pingüinos serán la otra gran colonia de animales que serán estudiados de manera multidisciplinar para analizar su respuesta inmune al parasitismo o los contaminantes y su comportamiento ante la búsqueda de alimento, fundamentalmente krill.
Y como es lógico, varios proyectos estudiarán exhaustivamente la evolución y pérdidas de masa de los glaciares, las descargas de icebergs y la fusión submarina, aunque también habrá espacio para investigaciones astrofísicas como la que coordinará la Universidad de Alcalá en el Observatorio de Rayos Cósmicos. EFEfuturo
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